Bocca cree que América Latina necesita una revolución cultural
El coreógrafo argentino Julio Bocca aseguró que América Latina necesita una revolución cultural para que una de sus compañías de danza se sitúe entre las mejores del mundo, ya que el talento de sus bailarines salta la vista.“Hay muchos talentos latinoamericanos, pero no hay plan a largo plazo. Hay que cambiar la mentalidad cultural, ya que la materia prima ya la tenemos”, comentó Bocca durante una entrevista en el legendario hotel Metropol de la capital rusa.
Bocca, que forma parte del jurado que entregará este martes en el teatro Bolshói los prestigiosos Benois de la Danse, considerados los Oscar del ballet, aseguró que el talento no es suficiente, ya que se necesita «una estructura y el apoyo del gobierno, las empresas, la prensa y el público».
«Hay que cambiar la mentalidad. Necesitamos disciplina para poder estar al mismo nivel que las mejores compañías. Ellas trabajan ocho o diez horas al día y tienen 200 funciones al año. Además, hay que incorporar a la gente joven», insistió.
El argentino, que fue recibido en Moscú como una auténtica estrella, cree que el lema debe ser “buscar siempre la excelencia” y recuerda que «la cultura y la educación son cruciales para el crecimiento de una sociedad, que es lo que necesita América Latina».
«América Latina no debe encerrarse en el pasado. Somos países con gran riqueza en recursos humanos. Debemos cambiar para seguir creciendo», apuntó.
Ese es precisamente el objetivo que se ha marcado a sus 50 años recién cumplidos y muy bien llevados en el Ballet Nacional de Uruguay en 2010.
«El objetivo es que alguna vez haya una compañía sudamericana, sin contar el ballet nacional de Cuba que tiene muchos años de historia, que pueda estar entre las diez mejores del mundo. Eso es en lo que hemos venido trabajando», resaltó.
Recordó que «muchos bailarines norteamericanos siguen siendo figuras de compañías internacionales» y que los ballet nacionales de Uruguay (Sodre) y de Argentina (Colón) tienen más de 80 años de historia.
«Son las compañías más antiguas de todo el continente americano, pero nunca han estado entre las mejores», admite.
El primer paso lo ha dado el ballet que él dirige en Montevideo, donde los últimos proyectos han dado nueva vida a la compañía y atraído a más de 20.000 personas.
«En siete años hemos logrado estar a un gran nivel y que se hable de la compañía. El público no es tonto. No se va a gastar el dinero en cosas que no son de buena calidad», señaló.
Precisamente, Bocca quiso reconocer los méritos del ballet latinoamericano en la 25 edición de los “Benois de la Danse” al nominar a tres de sus representantes.
La primera figura del ballet de Sodre, la uruguaya María Riccetto, fue nominada por su papel de Tatiana en “Oneguin”.
«Es una bailarina que ha crecido muchísimo, no sólo en la parte técnica, sino artística y humana. Tiene los valores que necesita una primera figura en la danza. ¡Ojalá nos podamos llevar un Benois para Uruguay!», comentó.
El brasileño Gustavo Carvalho, el más joven nominado en la historia de los premios, quien «tiene un talento impresionante y una carrera increíble por delante», según Bocca.
«Es una persona atenta y que siempre está absorbiendo. Además, poco a poco va conociendo su cuerpo y lo puede controlar, lo que es muy bueno para un bailarín», apuntó.
Para la candidatura de mejor coreografía, Bocca nominó al argentino Demis Volpi, coreógrafo residente del ballet de Sttutgart.
La cuarta latinoamericana que opta al prestigioso galardón es la también argentina Ludmila Pagliero, que ha sido elegida por su papel en “Other Dances” con la Ópera de París.
«Un país no es sólo fútbol. El deporte también es parte de la cultura, pero hay actores, cantantes, escritores…Hay que apoyar a la gente reconocida en todo el mundo. Eso es muy importante, ya que también representan a un país», señaló.
Él mismo recuerda su estrecha relación con Rusia, ya que fue premiado con la medalla de oro en 1985 en el Concurso Internacional de Moscú, estuvo de gira por toda la Unión Soviética y después recibió el Benois en su primera edición (1992).
“Los bailarines latinoamericanos no son diferentes a los de otros lugares. Todos somos ciudadanos del mundo”, aseveró Bocca, que declara “muy feliz” con su nueva vida en Urugay, tras una transición «muy rápida y sencilla» de bailarín a director.
Ignacio Ortega / EFE